miércoles, 4 de marzo de 2009

DIARIO DE UN CRIMEN MISIONERO


LUNES

La lluvia no es tan humillante aquí como lo es en la ciudad; me preocupa sin embargo la vaca. ¿Cuánto puede una vaca humedecerse y no pasarse de agua? Me siento en la galería y miro la verdísima colina y más allá la selva. Es bello el paisaje, desprolijo; yuyitos, bostas. El caballo que amenazó con morderme ayer mastica pasto y en la caseta detrás de la casa principal en la que me encuentro, el casero mastica mandioca.
Me mastican en la nuca. CONTINÚA AQUÍ

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