Encumbrado en lo más alto de la rampa fragosa de su disertación lo vimos temblequear, luego dar un paso en falso y presentemente, caer junto con una pedrada ligera al fondo del despeñadero.
La Srta. Rosebud Harris, con su manía barroca de menear la cabeza y haciendo guiños como si tuviera urticaria en sus bolas oculares, comenzó a aplaudir y a sacudirse diciendo: Magnífico, es... perfecto.
La Srta. Rosebud Harris, con su manía barroca de menear la cabeza y haciendo guiños como si tuviera urticaria en sus bolas oculares, comenzó a aplaudir y a sacudirse diciendo: Magnífico, es... perfecto.
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